El 20 de marzo se presentó en la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) el proyecto «Mujeres a la intemperie. Historias de mujeres rurales», que tuvo como producto final una edición especial de la revista Cangüé del mismo nombre.
El trabajo buscó dar visibilidad a las trayectorias vitales de siete mujeres rurales uruguayas y su rol activo en la sostenibilidad de la vida. Surgió como una inquietud colectiva de un grupo de mujeres docentes de la Universidad de la República que, por experiencias personales, trayectorias académicas y militancia, busca rescatar testimonios de lucha por los derechos de las mujeres que viven y trabajan en el campo. La publicación y el proyecto son fruto del trabajo interdisciplinario que realizaron las docentes Virginia Courdin, Marta Chiappe, Paula Florit, Jessica Ramírez, Paola Mascheroni y Virginia Rossi de la Facultad de Agronomía, Facultad de Ciencias Sociales y el Cenur Litoral Norte.
En la presentación de este proyecto, estuvieron presentes la decana de Facultad de Ciencias Sociales (FCS), Carmen Midaglia; Paola Mascheroni, docente del Departamento de Sociología; Carmen Beramendi, docente e investigadora en género; y cinco de las siete mujeres rurales que compartieron sus testimonios: María Flores, Evangelina Benítez, Karina Chabela Blanc, María Villalba y Susan Troche.
Mascheroni explicó que las mujeres son menos de la mitad de las personas que viven en el medio rural y son una tercera parte de las personas que trabajan en la producción agropecuaria. En su día a día enfrentan diversas barreras de acceso al trabajo productivo, al acceso a la tierra, al financiamiento al asesoramiento técnico y la participación en espacios sindicales y gremiales.
Resaltó que el trabajo realizado da cuenta de la forma en la que el grupo de docentes se plantea construir conocimiento y la forma en la que entienden la Universidad, a la vez que resaltó que la investigación es una actividad colectiva donde interaccionan diversas disciplinas.
La revista busca ver los «nudos de desigualdad de género» en el medio rural cruzada con otras desigualdades, como de clase, de territorio, etc. que experimentan las mujeres a lo largo del tiempo. Además, también visibiliza las distintas transgresiones en las prácticas cotidianas de las mujeres que les permiten romper con los mandatos de género.
En su presentación la decana consideró «doblemente valioso» el trabajo realizado porque logró articular entre docentes de distintos servicios para realizar una «acción colectiva», pero además, porque se trabajó en colaboración con la sociedad civil.
Consideró que es institucional y políticamente valioso ya que aborda distintas áreas de la vida socioeconómica y política del Uruguay rural, a la vez combina en cada capítulo a una protagonista con una docente, lo que le pareció «excelente».
A su turno, Beramendi destacó el vínculo de confianza construido entre las docentes y las mujeres rurales, a las que definió como «protagonistas del sector agropecuario». Agregó que la «triada de academia, militancia y experiencia desde la ruralidad, tienen un potencial enorme de construcción de poder». Por último, y luego de repasar cada una de las historias, señaló que cada una de ellas cuestiona «los modos de la productividad en el medio rural» y que ninguna está separada de la necesidad imperiosa de no pensar lo productivo sin la sostenibilidad de la vida.
Nadie nos regaló nada
Las mujeres rurales coincidieron en los avances conquistados en su vida personal y en el medio rural en general, aunque destacaron todo lo que queda por seguir avanzando. «Nosotras decidimos decir “esto no tiene por que ser así”. Fue un clic interior. Es una lucha continua. Nadie a ninguna le regaló nada», explicó María Flores. Muchas, además, destacaron la importancia de que se de a conocer la vida de la mujer rural. Karina Chabela Blanc dijo que lo expresado en la revista son las historias de «tantas [otras] mujeres más que yo conozco, así que no las tomen a la ligera, porque nos quedamos cortas con lo que contamos», confesó.
Al igual que otras compañeras, Chabela marcó que existe una especie de «ninguneo» hacia las personas que viven en el campo: «cada cosa que no sabés o cada cosa que no tenés es motivo de una burla», lamentó, y agregó: «no tengo menos cultura que otro, tengo otra cultura, otro conocimiento diferente».
Por último, dijo que a pesar de los avances, hay muchos que son avances de «palabrerío»: las leyes las aplicamos humanos que tenemos una cultura y la construcción de género es cultural. Tenemos que estar convencidos de corazón y de mente que es un acto de justicia. Pongámonos la meta de hacer al menos una cosa para que haya más justicia», concluyó.
Ver/descargar número especial de la revista Cangüé «Mujeres a la intemperie. Historias de mujeres rurales» (clic aquí)