La mesa de cierre de las XIX Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales se tituló «Aportes de las ciencias sociales frente a la pandemia por Covid-19 y en la pospandemia», y contó con la participación de Andrés Blanco (Red Temática Renta Básica), Matías Rodales (CSIC), Luis Bértola (RISEP) y Karina Batthyány (Clacso).
Blanco, director del Instituto de Finanzas Públicas de la Facultad de Derecho y docente Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, habló sobre la propuesta de creación de la Renta Básica de Emergencia por parte de la red temática que integra. Se trata de una prestación monetaria pensada ante la urgencia de atender a grupos de personas que no obtenían una cobertura del sistema tradicional, que no tenían ningún tipo de ingreso y no podían acceder a un seguro de desempleo o a asignaciones familiares, por ejemplo. El objetivo era llegar a jefes y jefas de hogar y brindarles, dijo, una prestación equivalente a cuatro canastas básicas de alimento por persona integrante del hogar. El costo total estimado fue de 585 millones de dólares (un 1% del producto interno bruto), y se pensó con una duración de cuatro meses.
En cuanto a las estrategias que dio la Universidad de la República (Udelar) para aportar su conocimiento en esta difícil situación sanitaria y social, Matías Rodales de la Comisión de Investigación Científica (CSIC) detalló los programas especiales creados para tal fin y los cambios en las orientaciones de los programas ya existentes. El 31 de marzo de 2020, por ejemplo se creó el fondo especial «Conocimiento especializado para enfrentar la emergencia planteada por el Covid-19 y sus impactos» que financió un total de 22 propuestas.
A su turno, Luis Bértola analizó el tipo de respuesta que brindaron las ciencias sociales ante el advenimiento de la emergencia sanitaria. Opinó que no es correcto decir que desde este campo de conocimiento se demoró en dar respuestas, ya que hubo inicialmente un conjunto de iniciativas: análisis de las lecciones de crisis anteriores; proyecciones de la economía en distintos sectores; análisis de cuáles eran los grupos sociales más damnificados según cobertura de seguridad social, de tipo de empleo, de tipo de capacitación, de posibilidades de hacer teletrabajo; el análisis de las medidas que el gobierno fue tomando y el impacto en los damnificados; el impacto en la desigualdad, entre otros. «Había estimaciones muy puntuales sobre cuál iba a ser el impacto sobre la pobreza e indigencia que fueron muy acertados», subrayó. Sin embargo, puntualizó que en esta primera etapa, a diferencia de otras áreas de conocimiento, las ciencias sociales «no se enfrentaron a una demanda articulada de conocimiento por parte del gobierno» y sus iniciativas fueron «espontáneas, dispersas y discontinuas».
Llegando al final de su intervención, compartió la experiencia de trabajo en la Red de Investigación en Ciencias Sociales para Enfrentar las Secuelas de la Pandemia (RISEP) que tuvo por objetivo promover una mayor sinergia entre la gente que abordaba el tema desde diferentes ámbitos.
Por último, Batthyány directora ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) opinó que el Covid-19 desnudó como nunca antes la desigualdad en América Latina y el Caribe, mostrado las diferentes dimensiones de la crisis: la crisis de salud, de desigualdades educativas y tecnológicas, el empleo informal, las inequidades de género, las cuestiones vinculadas a la soberanía alimentaria, la crisis de migración, entre otros.
Tras repasar brevemente los fines y objetivos de Clacso, integrado por más de 800 centros de investigación y posgrado en el campo de las ciencias sociales y las humanidades en más de 50 países, explicó que la organización se propuso articular el conocimiento, las políticas públicas y las organizaciones sociales, partiendo del entendido que las ciencias sociales y las humanidades cumplen un rol fundamental a la hora de poner temas en el debate público con el fin de buscar propuestas alternativas que puedan incidir en la vida de las personas. Así, se buscó que Clacso se trasformara en una plataforma de referencia en torno al debate de las dimensiones sociales de la pandemia, para lo que crearon el observatorio Pensar la Pandemia, que recibió más de 500 contribuciones.