Una de las principales fortalezas señaladas por los actores institucionales es la «diversidad de los programas de posgrados», que «refleja las principales líneas de acumulación de las unidades académicas», aunque se ve como un aspecto a superar la «ausencia de un plan estratégico que estructure la oferta».
Por otra parte, algunas personas consultadas entienden que la oferta de posgrados se ha desarrollado «más en función de la disponibilidad, capacidad e interés de los cuerpos docentes que de las necesidades de formación». Se entiende que la oferta no constituye un sistema, haciéndose necesario una mayor articulación entre los programas de maestrías y de doctorado; atender las necesidades de formación de posgrados en el interior del país; desarrollar más diplomas y maestrías con perfil profesional; una mayor articulación entre las ofertas de posgrado y de formación permanente.
Por otra parte, como «aspecto deficitario» se apuntó a las diferencias entre las distintas ofertas de posgrado respecto a temas como: los requisitos de ingreso y los criterios de admisión, las becas, y los criterios de evaluación de los cursos y docentes.
Otra debilidad es la ausencia de procesos de evaluación sistemática, las tasas de egreso, «dificultades en la gestión administrativa de los posgrados y en la articulación con otros servicios de Udelar», al tiempo que se señala que los «procesos de actualización de los planes de estudio» son «engorrosos y «lentos».
Sobre la incorporación de la investigación y la extensión en la formación de posgrados, se detectó que los actores ven como una fortaleza la formación en investigación que se ofrece, pero como un aspecto a mejorar «la falta de información sistemática sobre las actividades y experiencias de investigación que realizan los estudiantes en el curso de sus estudios», mientras que aparece como un aspecto negativo la escasez de experiencias de extensión vinculadas a la formación.
«La ausencia de lineamientos generales y de criterios estandarizados para la gestión académica de los posgrados» es una de las debilidades relevadas por el equipo técnico. En ese sentido, se plantearon diferentes problemas: «la falta de sistematización de la información necesaria para la gestión académica de los programas; la variedad de criterios académico/administrativos […]; la débil articulación de la Comisión Académica de Doctorado con el Departamento de Administración de la Enseñanza y con la Comisión de Posgrados; la sobrecarga de tareas de gestión administrativa de la Comisión de Posgrados y de las coordinaciones de los distintos programas.
Por último, la normativa es señalada como «inadecuada» por algunas personas ya que «presenta vacíos y contradicciones importantes».
Por su parte, la Comisión de Evaluación del Servicio (CES) entendió que entre las debilidades, se destaca que la «tasa de egreso de los posgrados no alcance todavía niveles más consistentes», y se entiende que se debe reforzar el vínculo con los estudiantes, no solo desde lo académico, sino también incorporando «su situación familiar, laboral o afectiva».
También apunta a que se deben mejorar la orientación de los programas de formación, saliendo de los exclusivamente académicos, y también mejorar «la articulación entre los posgrados y lograr mayor vínculo entre diplomas, maestrías y doctorado». Por otra parte, se entiende pertinente adecuar días y horarios de clase para evitar «rigideces y mejorar las posibilidades de seguimiento de los cursos, en particular, de aquellos de carácter obligatorio». A esto se suman oportunidades de mejora en aspectos como la evaluación sistemática de los posgrados y la gestión administrativa; flexibilización de cursos y requisitos, perfiles de egreso; adecuación de los planes de estudio; relaciones con el medio e incorporación de la investigación y la extensión.