Facultad de Ciencias Sociales

Trabajo Social, una profesión comprometida con los derechos humanos

Ana Arias, trabajadora social y decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, llegó a FCS este 15 de mayo para brindar la conferencia «Desafíos en la formación y el ejercicio profesional», en el marco del Día del Trabajo Social.

La actividad, realizada en un salón de actos totalmente colmado de público, fue organizada por el Departamento de Trabajo Social (DTS), el Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales (CECSO) y la Asociación de Asistentes Sociales del Uruguay (ADASU). Contó con la participación en la mesa de apertura de Carmen Midaglia, decana de FCS; Yandira Álvarez por ADASU; Sandra Leopold integrante de la dirección DTS; y Zoe Franco, por el CECSO.

Álvarez abrió la oratoria y recordó que mayo es, además, el mes de la memoria y reclamó verdad, justicia y nunca más terrorismo de Estado: «No hemos logrado romper la impunidad, conocer quién asesinó a nuestras compañeras estudiantes de Servicio Social, Gladys Yañez y Silvina Saldaña, y saber dónde están Ever, Mario y Graciela, como los otros 190 desaparecidos», reclamó.

Por otra parte, defendió el lugar el trabajo social en las condiciones de reproducción social de la vida como conocedores de la realidad, de las políticas y programas sociales y de sus impactos. Agregó que el colectivo se ve desafiado por los actuales niveles de desigualdad. En ese sentido acotó: «no hay sociedad que pueda considerarse en posesión de instituciones democráticas con marcos garantistas de protección social a su ciudadanía si un porcentaje de esa población vive en la calle». A esto sumó el nivel de pobreza entre niños, niñas y adolescentes, el número actual de personas privadas de libertad, el porcentaje de hogares con inseguridad alimentaria y el deterioro de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.

A continuación cuestionó la «postura indemostrable» de que la libertad de mercado y el crecimiento generan bienestar, y afirmó que para que los recursos lleguen a quienes más lo necesitan se requiere de políticas específicas e «intervención estatal con foco en el bienestar, no el crecimiento». En ese sentido, y en año electoral, llamó a complementar el debate público con enfoques que aporten alternativas, y que pongan el foco en la «sustentabilidad de la vida». Por ello, desde el colectivo de trabajadores y trabajadoras sociales se realizará una serie de debates hacia el próximo Congreso Nacional de la disciplina de 2025. La idea es recorrer el país y dialogar con la sociedad y con el sistema político.

Por su parte, Zoe Franco, repasó algunos aspectos de la carrera en nuestra Facultad y valoró que las condiciones de estudio han ido mejorando progresivamente. Definió al campo laboral como «incierto, inestable y cada vez más precarizado», al tiempo que subrayó la importancia de la profesión y sus profesionales, de su mirada crítica y su poder de intervención «que nunca podrá ser sustituida por ningún artefacto».

Llamó a hacer mayor hincapié en la formación en investigación ya que el quehacer profesional precisa personas preparadas para analizar la realidad y trabajarla y se mostró convencida de que el trabajo social tiene que ser latinoamericano, anticolonialista y en red. «Hacia eso debemos avanzar», sentenció.

A su tuno, Sandra Leopold, en representación del cuerpo docente y del Departamento, dio la bienvenida a la actividad y agradeció a quienes trabajaron para hacerla posible. Sobre la celebración de esta fecha, señaló que es una oportunidad para conversar sobre las preocupaciones o posicionamientos de las y los profesionales y estudiantes o simplemente para generar un espacio de encuentro. Agregó que «para un colectivo profesional que se ha posicionado en defensa de la vida democrática y de la efectiva realización de los derechos humanos, no son buenos tiempos». «Nos sabemos conscientes de una larga batalla a librar contra el empobrecimiento de la formación, la emergencia de posturas irracionales, la desregulación y precarización del ejercicio profesional», reconoció.

Pensarse como colectivo

Al igual que Álvarez, dedicó unos minutos para hablar del Mes de la Memoria, recordando que el año pasado ADASU y el Departamento que dirige publicaron un texto en conjunto llamado «Dictaduras, memorias y resistencia», donde se expone las consecuencias del régimen sobre el colectivo y la profesión, y las peleas y y mecanismos de resistencia desplegados.

A casi 100 años de la instalación en Chile de la primera escuela de servicio social, repasó los orígenes complejos, contradictorios, y enfáticamente moralizadores de la profesión en Latinoamérica, pero también de su capacidad de asumir a lo largo de la historia las perspectivas críticas que permitieron develar el carácter político del trabajo social, y que ha colocado a la profesión en el compromiso de trabajar por la defensa de los derechos humanos, de las políticas sociales de calidad y la participación democrática. «Para continuar en esta dirección nos necesitamos todas y todos. Pensemos colectivamente. Es un imperativo de primer orden», concluyó.

Al cierre de la mesa de apertura, la decana Midaglia planteó que la carrera de Trabajo Social, antiguamente Servicio Social, tuvo muchos problemas para legitimarse en nuestro país en relación a otras disciplinas sociales: «siempre se la vio como la disciplina de la intervención, solamente de la intervención».

Enumeró, además, algunos desafíos que tuvo que sortear la disciplina. Uno de ellos es que siempre se le encargó al trabajo social el «disciplinamiento del orden social de cada época». Pese a todo esto, remarcó, se logró «construir una profesión que ha comenzado a tener un reconocimiento importante y su trabajo a ser demandado». De cualquier manera, aclaró, hay «versiones mágicas» que se tiene sobre la profesión: «la idea de que llegan los trabajadores sociales y resuelven todos los problemas vinculados a las vulnerabilidades sociales», explicó. Otro desafío es ser reconocido como un «científico social con capacidad de producir conocimiento, de plantear alternativas y líneas de acción, no solo en base a la experiencia y a la intervención, sino en base a las investigaciones que realiza».

Luego de todo el camino recorrido, los y las trabajadoras sociales deben, dijo, sentir orgullo del «desarrollo que ha acumulado esta disciplina».

«Desafíos en la formación y el ejercicio profesional»

Arias, magíster en Políticas Sociales y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, e investigadora en intervención social y pobreza dividió su intervención en tres ejes: desafíos para la intervención, desafíos para la formación e hipótesis y preguntas de intervención.

Sobre el primero, dijo que el trabajo social como intervención fundada tiene que ver con dos elementos hoy fuertemente cuestionados en su país: el lugar del Estado y el lugar de las ciencias sociales. En ese sentido, puso como ejemplo de cuestionamiento a lo publico-estatal, la puesta en duda del principio de justicia social y fue autocrítica: planteó que se ha generado mucha producción académica que ha identificado las carencias, contradicciones e insuficiencia del Estado pero que la disciplina no ha tenido capacidad de propuesta institucional pública para poner en el debate. Recordó que el último gran consenso en el caso de Argentina fue la Asignación Universal por Hijo, implementada en 2008. «No hemos tenido capacidad de proponer posibilidades, alternativas de institucionalidad pública de abordaje», resumió.

Por otra parte, señaló que se debería pensar e investigar «el lugar de los algoritmos para definir sociedad; tenemos que tener capacidad de leer que la etapa exige revisar nuestras formas de apelación a lo individual y a lo colectivo». Agregó que muchas veces se sostiene un «catecismo de apelación a lo colectivo», pero que existen otras formas de activación individual.

En cuanto a la formación, subrayó que es necesario «develar la realidad», y tener herramientas que permitan la construcción de lasos y responsabilidad vinculada a lo público.

Por último, la docente argentina propuso una hipótesis. A partir de la marcha en defensa de las universidades públicas realizada en abril en su país, marcó la diferencia en la opinión pública de este caso con el de diferentes organismos públicos que trabajaban en temas de discapacidad, infancia y desarrollo social. Opinó que la universidad tiene un fuerte impacto en la vida de quienes asisten y egresan, mientras que los organismos públicos cerrados tenían un fuerte debilitamiento de su capacidad de impacto en los territorios, por lo que su desmantelamiento no ha generado indignación en las poblaciones. «Si del cierre de una institución los principales damnificados son sus trabajadores y trabajadoras es que algo estaba mal antes. Hay que tomar nota de esto», explicó.

Por último llamó a recuperar las capacidades políticas en torno propuestas «que superen la fragmentación de la sumatoria de programas que nunca pueden justificar sus efectos sobre realidades tan crueles y que dejan desvalidos a sus trabajadores por formas de contratación tan inestables». Aseguró que el trabajo social es una de las mejores profesiones para proponer alternativas articuladas con los distintos sectores sociales que sean defendidas por conjuntos poblacionales más amplios que los técnicos.

Día del Trabajador Social

 

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