1. capacidad de compromiso ético institucional y social;
2. autonomía y sentido crítico;
3. formación basada tanto en la especialización como en el cruce interdisciplinario;
4. competencias adquiridas en itinerarios formativos consistentes que articulen la enseñanza, la investigación y la extensión;
5. comunicación permanente entre la sociedad y la institución académica, que permita la relación entre los requerimientos sociales y la acumulación científica;
6. capacidad de inserción e incidencia en los procesos sociales.